Los micromachismos se definen como prácticas de violencia en la vida cotidiana que son tan sutiles que pasan desapercibidas, muestran actitudes sexistas encubiertas y culturalmente son aceptadas reflejando y perpetuando las actitudes machistas y la desigualdad de las mujeres respecto a los hombres.
Cuando apareció este concepto en mi vida hice conscientes los micromachismos que cada día vivimos las mujeres desde que nos levantamos, subimos al metro, llegamos a nuestro lugar de trabajo o nos tomamos un café.
El “ninguneo sutil” aparece de 4 formas según el experto español Luis Bonino y lo hemos experimentado a lo largo del tiempo con las siguientes frases, que pongo en “chileno” y que representan micromachismos utilitarios, encubiertos, de crisis y coercitivos:
- “Gordaaaaaa, puse la lavadora”, yaaaaa y la ropa no es de los dos?
- “ shhhhhht, silencio el papá viene cansado”.
- “Te prometo que voy a cambiar” y le damos otra oportunidad.
- “Yo tengo el contro remoto” y él decide qué se ve en Netflix.
¿Cuando estamos en un restaurant a quien le pasan la cuenta los mozos habiéndola pedido nosotras? ¡Bingo!: Al hombre.
Vivimos a diario el “Manspreading” en la micro o en el metro cuando algunos hombres se sientan con las piernas abiertas ocupando con ello el espacio de más de un asiento y no les decimos nada. O bien los “Gordo, déjame a mí” o “yo lo hago más rápido”, contribuyendo a que ellos no participen en los quehaceres domésticos.
Solo para la reflexión: ¿se han preguntado por qué las mujeres pagamos menos en las discotecas? No es una acción afirmativa, es porque somos el producto a obtener, chiquillas.
¿Y qué nos pasa a las mujeres con esta instalación permanente de micromachismos? Analizando la situación esto nos provoca agotamiento, nos ponemos a la defensiva, nuestra autoestima sufre un deterioro, aumentan los niveles de inseguridad, nuestro poder personal se afecta y nos enojamos por no percibir que es producto de los micromachismos instalados al interior de nuestras relaciones.
¿Qué les pasa a los hombres? Aumentan sus cuotas de poder, afirman su identidad manteniendo los sesgos inconscientes que permean sus relaciones personales y laborales, todo esto de manera sutil pero constante.
Saben lo que creo más violento de todo este proceso de perpetuación de los micromachismos? Es que como son aceptados y naturalizados cotidianamente desarraigarlos requiere de UN CAMBIO CULTURAL QUE IMPLICA INSTALAR YA UNA EDUCACIÓN NO SEXISTA desde el nivel inicial donde las mismas educadoras forman y perpetúan las diferencias entre niños y niñas.
Conversando con feministas y expertas españolas en temas de género que nos llevan unos años de “ires y venires”, comparten una frase que me obliga a moverme e invitarles a que lo hagamos juntas/os en una co-construcción de reflexión/acción: “los hombres están en política, las mujeres pasan por ella y ahora también la escriben”.
Los micromachismos son secuelas de nuestra educación, sesgos inconscientes e imaginarios culturales con los que hemos crecido y que hacen que, aunque los critiquemos y denunciemos caigamos cotidianamente en algunas de sus trampas sin darnos cuenta.
¿Y tú, qué prácticas tienes en tu vida diaria donde usas los micromachismos?
Pd: si no estás en ese lado de la vereda y rompiste culturalmente con todos ellos, escríbeme.